A veces callamos con
el fin de no molestar o no crear polémica, sobre todo cuando tienes que oír y
oír cosas con las cuales no estás de acuerdo. Pero llega un momento que ya te
cansas y entonces, quieres hablar, soltar y dejar atrás viejos programas que te
atan, viejas lecciones aprendidas y coger nuevos modelos. Y es que callar no es
suficiente.
A veces callamos por miedo y tragamos emociones negativas,
insanas, que ponen en riesgo nuestra estabilidad,
ya de por sí, algo desmejorada. Y el miedo gana, se instala en nuestra mente y
se adueña de ella. . Y es que callar no es suficiente.
A veces callamos porque creemos que no merece la pena hablar
y asfixiamos nuestros sueños.
¿Pero cómo se puede callar cuando te das cuenta de la gran
mentira que recorre cada célula de esta sociedad?. Algo está podrido y alguien
intenta que no sepamos de donde viene. Y es que, los que mandan, los que están
arriba nos engañan.
Nos hacer creer que hay gentes de primera, de segunda y
hasta de tercera y que la vida no vale igual para cada una de ellas. Porque si
un ciudadano de tercera paga 70 € con una tarjeta falsa para comer va a la
cárcel. Los ciudadanos de primera pueden robar millones, manipular a la gente,
defraudar y seguir engañando y no pasa
nada.
Los ciudadanos de primera, amparados en su poder
manipulador, deciden quienes, en esta vida, son los mejores, y deciden que los
humanos tienen más valor que cualquier otro ser viviente. Por eso se permite el
maltrato animal, se permite la exhibición de animales en circos sacados de su
entorno y puede que hasta drogados, se permiten fiestas que acaban con la
muerte de animales y, alguna de ellas, la proclaman «nuestra Fiesta Nacional» y
hacen del maltrato, un arte. Pero claro, el toro no puede defenderse, tiene que
dejarse pinchar, maltratar, agonizar, pero no matar.
Yo no me alegro de la
muerte de nadie, pero en este caso, los ciudadanos de primera, dan poder a los
matadores de toros y se convierten así, en intocables. Pues no, no me alegro de
la muerte del torero, ni me gustan los comentarios públicos alegrándose de
ello, pero como hasta en la muerte hay clases, cuando mueren ciudadanos de
segunda o tercera, ni nos molestamos, no tienen el mismo valor. De ahí que, por
ejemplo, se decida que la muerte de un europeo, vale más que la muerte de un
africano o de un asiático. Todos somos Francia, pero no somos Afganistán,
Libia, Siria, Nigeria, Pakistán, Irak, etc
Si insultas gravemente en las redes sociales a un ciudadano
de primera, se te puede caer el mundo encima, serás perseguido hasta dar con
los huesos en la cárcel, pero si el insultado, con la misma gravedad, es de
segunda o de tercera, no pasa nada, permiso de los poderosos para mofarse.
Y es que vivimos en un mundo extraño, en un mundo donde nos
creemos que si a nosotros no nos toca, no importa. Otro gran error, porque
todo, absolutamente todo lo que haga bien o mal, cada persona, influye en todas
las demás, como piezas de un gran engranaje.
Y es que callar no es suficiente.
Vivimos en un mundo extraño. Vendemos armas, cerramos
fronteras, practicamos el odio simplemente si no eres como yo, si no piensas
como yo, si no rezas como yo, si no hablas como yo, si no amas como yo.
En fin, como callar no es suficiente, como quiero ser cada
día un poco más libre de opresiones, de pensamiento, de apegos sin sentido, de
valores arcaicos, de la estupidez humana, pues no callo, así contribuyo a
mejorar mi mundo emocional, (menos tóxico), contribuyo a mantener mi serenidad
interior y a poner mi grano de arena
para hacer esta sociedad un poco más abierta (y eso requiere mentes
abiertas). Y en eso estamos, mundo