domingo, 24 de agosto de 2014

12. NOJA – SANTANDER



Salimos sin prisas, era nuestra última etapa y no dormiríamos en Santander. Lo previsto, coger el autobús a Madrid a la 1. Eso suponía pasar toooda la tarde en Santander. Así que, no madrugamos y tomamos un buen desayuno en el hotel donde nos alojamos en Noja.
Sin flechas amarillas cuesta un poco buscar la salida, pero un amable  señor, que iba dando un paseo mañanero, nos acompañó hasta que nos dejó en el camino correcto. Era cuestión de seguir por él.
La etapa, en principio, no debía presentar problemas en los 20,5 km que teníamos por delante. Al menos eso creíamos. Pero, las subidas y bajadas se sucedían casi sin darnos tregua. De nuevo, vistas preciosas. El rio Campiazo riega los valles, poniendo ante nosotros pequeños barrios con verdes prados, donde las vacas campan a sus anchas. Carretera y pequeños caminos, que suben sin parar, haciendo mella en nuestro ya, cansado cuerpo. 
Los km se suceden, la parada la hacemos en el Camping Los Molinos, un bocadillo de jamón y un café con leche nos sirve para reponer fuerzas y continuar el camino. Nos indican que podíamos coger un atajo, por otra carretera y evitarnos un rodeo, la bajada a Güemes, pero no fue posible, así que, al final nos encontramos siguiendo la tediosa carretera que, por su arcén, nos llevará hasta Galizano. El asfalto y los pies no son muy compatibles, sufren un montón y ansían encontrar algún camino más llevadero. Tenemos la sensación de que los km no pasan, seguramente el cansancio nos juega malas pasadas.  


Acantilados
 Pequeño descanso en Galizano, un plátano y agua. Una conversación en el grupo. Hay que decidirse, si seguir, desde allí por la carretera hasta Santander (unos 7 km) o continuar por otra carretera por Galizano y Loredo hasta llegar a Somo donde cogeríamos “La Pedreña”, el barco que, definitivamente nos dejaría en Santander. Esta opción supone unos 5 km más, la ventaja es que pronto llegaríamos a los acantilados, nada de asfalto ya, las vistas mucho mejores y los pies nos lo agradecerían.
Cuesta decidirse porque ya quieres llegar, pero atrae la opción costera y nos decidimos por ella. Hace sol, pronto vemos la costa, nos cuesta trabajo encontrar el camino que nos acercará a los acantilados, al final lo encontramos, ahora solo seguir por él. El camino de los acantilados es precioso, las vistas inmejorables, el sol haciendo de las suyas, el cansancio…..

¡¡El cansancio no puede con nosotros!!




Dejamos el camino a la altura de unas antenas rojas y blancas. De allí hasta Loredo, atravesar la playa de esta localidad, no fue fácil. Mucho calor, bastante gente y sobre todo el cansancio. Cuando sabes que es tu última etapa, todo parece que se vuelve más pesado, sientes que tienes que dejarlo ya y no quieres. La mente se llena de una y mil cosas, muchas emociones se cruzan, todo termina. 
 Al fin llegamos a Somo, al embarcadero para coger el barco a Santander. Las caras, sentadas en el barco reflejaban todas esas emociones, era alegría por haber cumplido nuestro objetivo y tristeza por el tiempo que tiene que pasar para volver. Porque volveremos donde lo dejamos. 
Señal en la playa


Santander desde el barco
Desembarcamos, foto feliz en Santander. Nos dirigimos al albergue con ánimo d darnos una ducha, dejar la mochila y comer algo. En el albergue no nos ponen ninguna pega. La hospitalera nos dejó un sitio para las mochilas y pudimos ducharnos. Sin descanso buscamos un sitio cerca para comer y dar una pequeña vuelta. Era tarde, un helado, unas miradas y, antes de las 10, hora de cerrar el albergue a por las mochilas. 
Objetivo cumplido. ¡¡Santander!!
La estación de autobuses estaba cerca. Buscamos un sitio para sentarnos y esperar la hora de salida del autobús para Madrid.  El tren nos llevaría hasta Almería y después de una larga noche y un largo día, nos encontraríamos de nuevo en casa.

Cansados. En la estación esperando el autobús

 


Ahora, el otro camino, el peregrino nunca deja de serlo. Hoy, que termino con esta crónica, me acabo de enterar del secreto de la última etapa, hicimos 30 km, en lugar de los 20 que teníamos en nuestras hojas- guía. Al cortar la etapa, cortamos también km sin deber. Esto es así y tan felices.
Un abrazo a tod@s los que nos habéis seguido. Volveremos. ¡¡Buen Camino!!







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