miércoles, 20 de agosto de 2014

9. POBEÑA – CASTRO URDIALES


Preparando la salida

 Noche para olvidar. Una fuerte lluvia nos sorprende en la tienda, me levanto a quitar la toalla que hacía de puerta improvisada. Las botas se están mojando, las metemos dentro. La inclinación del terreno nos salva del agua que entró formando un buen charco.

Con esta etapa finalizamos nuestro camino  por Euskadi para entrar en Cantabria. Se nos ha reducido bastante al hacer ayer los 12 km que separan Portugalete de Pobeña. Así que vamos más relajados, pero algunos con serios problemas de ampollas, que ralentizan su paso en las bajadas.
No ha amanecido aún, sacamos las linternas y nos disponemos a subir las más de cien escaleras, ¡¡buen desayuno!!. 


 Por un bonito paseo (antiguo ferrocarril minero), desde lo alto, contemplamos, una vez más la belleza del paisaje, la inmensidad del mar. Sentimos el aire fresco de la mañana, ¡¡demasiado fresco!!, nos llaman la atención los letreros sobre la antigua extracción de algas, todo un reto por el acantilado.
El frío era evidente,¡ menuda pinta!
Pronto nos acercamos al túnel del Piquillo, una señal nos vuelve a llamar la atención: “Ud se adentra bajo su exclusiva responsabilidad….” El túnel está todo apuntalado pero es amplio y vamos comentando el cartel. 
 








Tunel del Piquillo

Al fin, llegamos a Ontón, donde teníamos que decidirnos por el camino a seguir, una vez más. 10 km la diferencia de recorrido, lo peor de la corta, el tramo de carretera, pero a estas alturas, hay poco que pensar. Nuestra elección, la corta por Mioño, allí se coge la senda que nos acercará a Castro Urdiales. La carretera recalienta los pies, es monótona pero nos ahorra esos km y, la verdad, en algunas ocasiones, se agradece. 
La senda cambia un poco y pronto llegamos a Castro Urdiales. 

El albergue está casi a la salida, se hace larga la caminata, pero en compensación, ¡¡llegamos los primeros!!, las pocas plazas esta vez, no fueron obstáculo. El césped de alrededor, hace de improvisado colchón, extendemos los chubasqueros, compramos comida y esperamos pacientemente la hora de apertura. Sentados, tumbados, los peregrinos conforme llegan, ocupan posiciones, Las mochilas en perfecta fila hacen su papel. Nosotros descansamos. 
Llegando a Castro
Abren, nos aseamos y decidimos bajar a dar una vuelta. Nos encontramos con el polaco, le da una gran alegría ver a Alejandra, su rodilla ha mejorado considerablemente, le indicamos dónde está el albergue y seguimos.

 El castillo faro, la iglesia de Santa María (gótico s, XIII) y el puente medieval, forman el conjunto monumental de Castro. Tenemos que abandonar la visita y refugiarnos de la lluvia que, un día más aparece ante nosotros. Dura poco, pero lo suficiente para que busquemos un lugar para tomar algo antes de subir al albergue y descansar. Mañana nos espera una etapa larga.
Iglesia de Santa María




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